Hoy en día, muchas tecnologías nos permiten colaborar «virtualmente». El correo electrónico, la mensajería instantánea, las videoconferencias y los escritorios compartidos son partes habituales de la jornada laboral de muchas personas. Pero independientemente de las tecnologías que utilicemos, todas nuestras interacciones siguen dependiendo de un elemento básico: los demás. Por muchas herramientas brillantes que tengamos, no podemos hacer las cosas sin otras personas.
Un estudio sobre el comportamiento humano y los obstáculos a una colaboración eficaz demostró que, sin lugar a dudas, la colaboración se basa en la interacción y las relaciones humanas. Un participante llegó a decir: «Tenemos que volver a la intimidad».
Las personas se implican más cuando pueden verse y oírse bien, interactuando básicamente del modo en que los seres humanos han interactuado durante miles de años: cara a cara. Cuando las reuniones personales no son posibles, adoptamos la tecnología, como las videoconferencias de alta definición, que más se aproxima a las interacciones humanas.
Los ingredientes clave del éxito de la colaboración se basan en el comportamiento humano;
- Establecer relaciones y redes que generen confianza
- Convertir las interacciones humanas en resultados
- Toma de decisiones equilibrada y creación de consenso
- Desarrollar una cultura de colaboración productiva
Por muy buena que sea la tecnología y la posibilidad de comunicarse cara a cara, ¿estamos perdiendo la intimidad del contacto personal, de «estar» juntos físicamente?